Capítulo VII














Llegó la séptima llegó. Voy a empezar esta nueva entrega contando acerca del último domingo. La cosa fue así: me fui a un parque muy grande que veía en el mapa (sí, conseguí el mapa de la ciudad, ahora soy libre), y lo que ví o viví fue increíble. Primero, a la entrada del parque (Yoyogi se llama) los personajes esos disfrazados. Un ponja haciéndose el reputo, posando como una loca sacando la lengua pa la foto (lo más loco es que no sé si era realmente tragasables, me inclino más a pensar que estaba de la nuca). Pendejas disfrazadas de gatitas, que cuando les apuntaban con una cámara se ponían un lápiz o una pistola de juguete en la boca. ¡Un trabuco disfrazado de muñeca rosa con cara de Hugo de Laferrere! ¡¿Lo vieron?! Y mi ídolo, el personaje por excelencia. Un tipo de unos 50 años que pone un equipito de música en el suelo, un cartelito que dice "Dance Show", y se pone a bailar de la manera más ridícula que jamás pude imaginar y totalmente fuera de tiempo, ¡¡es increíble!! ¡¡¡¡PERO INCREIBLE!!! (Y no pasa la gorra, acá los artistas callejeros salvo raras excepciones no acostumbran pedir dinero). ¡¡Me paro frente a él y no puedo parar de cagarme de la risaaaa!! Juro que si cobrara entrada la pagaría, encima se la banca toda la tarde hasta quedar recontra chivado, lo voy a ir a ver todos los domingos ¡¡¡jajaaa!!! Yo no sé si:

1- No tiene sentido del ridículo.

2- Está cumpliendo una promesa.

3- Está drogado con alguna pastilla de diseño.

4- Está pirucho. (Seguramente más de una de estas opciones combinadas).

Después entro al parque y ¿qué me encuentro? Unos veinte Elvis de ojos rasgados, totalmente sacados, sin parar de bailar rock´n roll toda la tarde. Muuuy lookeados, hasta con un Cadillac rosa al lado de ellos. Me adentro en el parque y escucho música de gaitas. ¿Oia? Me acerco y ¡encuentro 3 ponjas bajo unos árboles tocando la gaita! Ya era demasiado, pero la cosa recién empezaba, porque el parque era inmenso y por todos lados habían japos expresando sus inclinaciones artísticas, era un costado de su cultura que no conocía. Fue fascinante verlos totalmente libres tocando, cantando o bailando bajo los árboles, estuve toda la tarde con una sonrisa en la cara. Entre otras cosas en los bosques de ese parque encontré: Ponjas tocando el didgeridoo, el saxo, la pandereta, ensamble de 15 violines, conjunto de 10 guitarras, otro de 12 cavaquinhos, batucadas, bailarines de hip hop, de salsa, etc. Ojalá en Argentina los lugares públicos se pusieran así...

De a poco me voy interiorizando con el idioma, tengo unos libritos y un programa de audio, todos en inglés, así que de paso practico dos idiomas. Por un lado el japonés es un idioma muy simple. No existen los artículos, ni los plurales, ni los casos, ni las conjugaciones de verbos, sólo para el pasado se les agrega a todos la misma terminación. Pero el vocabulario es un bardo, todas las palabras son parecidas, a muchas con sólo cambiarle una letra cambia completamente su sentido. Y armar las oraciones es complicadísimo, porque los japos ¡piensan al vesre!

Acá todo es al revés. No solamente manejar, el sentido de los carriles en las avenidas es opuesto al nuestro. Más de una vez crucé mirando pal otro lado y una vez entré con la bici a las chapas a contramano por una avenida y casi me levantan como zorete en pala. No solamente las llaves giran al revés en las cerraduras (me llevó un buen tiempo acostumbrarme). No solamente escriben y leen al revés (los libros, los diarios y las revistas tienen la tapa del lado de atrás, eso se ve bien raro). ¡También piensan al revés! Va un ejemplo. Para decir: "Yo no quiero ir de noche al aeropuerto con mi tatarabuelo en patineta " dicen "Yo noche de yo de tatarabuelo con patineta en aeropuerto al ir quiero no". ¡Es un bardo! ¿Cómo hago? Con paciencia y con saliva...

Otro tema. Acá los ciclistas tienen total libertad de andar por donde se les cante, por la calle o por la vereda. Mano o contramano. Entonces imagínenme, sobre mi bicicleta blanca soy el enemigo público número uno. Cuando voy por la vereda a las chapas toco la campanita y la gente se corre pa dejarme pasar (en Baires me cagarían a trompadas), y a veces me meto por algunas atestadas de gente pero mal. Acá a tres cuadras del estudio está la esquina más transitada por peatones del planeta y yo por ahí me meto entre medio de la multitud y a los ponjas les freno ahí nomás (acá las ruedas de atrás tienen freno a disco). Nunca nadie me miró mal por esto, aunque varias veces me miraron con una cara de orto bárbaro cuando me cruzaba con otra bici de frente y me olvidaba que me tenía que tirar a la izquierda, me mandaba por la derecha y terminábamos clavando los frenos de frente ¡jaja! Y ni hablar de respetar los semáforos... La otra noche me paró un yuta para pedirme los papeles de la bici, creo que un conserje de Sheraton no era tan amable...

Anoche por fin me fui a jugar al pool. Era un edificio entero de juegos, dos pisos dedicados al pool, dos al bowling, uno al ping pong y otros dos a los videojuegos. Nunca vi mesas así de nuevas, los paños estaban impecables. Cuando voy a elegir el taco, ¡estaban todos derechos! Como en Argentina ¿no? Las tizas nuevas, las bolas brillantes. Y cuando nos fuimos llevamos las bolas a la caja para pagar y ¡¡¡el chabón se quedó lustrándolas una por una!!! ¡¡¡¡Paráááá!!!!!

Amplío el diccionario de americanismos:

Diamante: Daiamondo

Número: Namba

Tiradores (del pantalón): Saspenda (suspender)

Hernán: éruna

Cosas que me llaman la atención:

1- En dos meses habré escuchado 4 bocinazos.

2- En dos meses habré visto 3 embarazadas.

3- En dos meses nunca pisé mierda.

Abrazos y saludos para repartir.

Hernán

Traducciones del lunfardo:

Ponja: japonés

Reputo: muy gay

Tragasables: gay

De la nuca: loco

Pendejas: muchachas

Trabuco: travesti

Tipo: hombre

Se la banca: aguanta, resiste

Recontra: muy, demasiado

Chivado: traspirado

Pirucho: loco

Sacados: descontrolados

¿Uia?: Onomatopeya que indica sorpresa, asombro

Ponjas, japos: japoneses

Bardo: complicación

Vesre: revés

A las chapas: muy rápido

Se les cante: quieran

Cagarían a trompadas: golpearían

Cara de orto: mala cara

Yuta: policía

Chabón: muchacho


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