Capítulo XV















¡Y llegó la número 15 nomás! Difícil de creer, pero ya me quedan tres días en Japón. La gente acostumbra decir que el tiempo pasa volando. Bueno, eso depende. Depende de cuán aburridas sean sus vidas, porque les aseguro que si viven a lo "Hernán en Tokyo", el tiempo dejará de ser arena que se escapa de entre los dedos ¡jajaa! Es que a mí me parece que estoy hace mucho más de seis meses acá, tantas fueron las cosas que hice y que viví. Recuerdo mis primeras épocas en esta opuesta ciudad y se me hace lejísimos. Ahora el asunto está en aprender de ello, y que me pase lo mismo en Argentina, ¿no? (O en Aruzenchin, como le dicen a nuestro país acá).
Me pongo a pensar si en algo he cambiado después de haber estado viviendo tanto tiempo en un lugar tan lejano y distinto, y no estoy seguro de qué responderme. Creo que esa respuesta la voy a encontrar cuando esté de regreso y poco a poco me vaya topando con el fantasma del que yo era cuando vivía allá. Ustedes probablemente lo verán mejor que yo, y espero que me lo digan. Lo que sí puedo decir, es que en Japón descubrí cuál es mi lugar en el mundo (por lo menos hasta ahora): los Acantilados del Sur de Mar del Plata. También puedo decir que retorna un Hernán completamente adicto a los panqueques, y eso que acá no tengo batidora y allá sí. No pasa una mañana sin que me ponga a sacudir el antebrazo preparando la masa, ¡qué loco! Pero qué rrricos...
También tengo que admitir que el Hernán que regresa ya no es abstemio. Tanto tiempo sin tomar una gota de alcohol, tantas fiestas que hubieron acá donde todos se mamaban y yo tomaba agua, y en la anteúltima semana vengo a descubrir el sake. Lo descubrí casi de casualidad, como yo no tomaba, nunca me interesó probarlo, pero conocí un italiano que una noche me dijo de ir a un bar a tomar sake y agarré viaje. Para qué. Me pareció delicioso. Está preparado con arroz fermentado, y es como una bebida blanca pero mucho más suave. Nos tomamos tres botellas. Esa noche volví a mi departamento en la bici haciendo zigzag completamente sacado escuchando el disco Animals de Pink Floyd. Y al llegar me equivoqué de departamento y cuando caí en la cuenta estaba forzando la cerradura de otra casa ¡jajaa!
El sábado fue mi Sayonara, hicimos la milonga de despedida. Vino un montón de gente a saludar y ver mi última exhibición. Obviamente, en la heladera, tenía mi botella de sake esperando que termine el show para abrirla. Una vez que bailé y ya no había necesidad de tener un buen equilibrio y los reflejos atentos me entregué a mi última fiesta en Japón. Vino el italiano también, para qué. Cada tanto uno bajaba a comprar otra botella. Cuestión que terminó la milonga y nos quedamos bailando salsa y rock and roll hasta que no nos dieron más las patas, y después se armó la guitarreada, a los gritos cantando temas de Rock Argentino y de John Lennon. Cuando me quise acordar eran las 4.30, y resulta que al domingo siguiente tenía planeado visitar una nueva montaña y me pensaba despertar a las 7.30. Y yo, cuando hay una montaña por delante, no hay fuerza en el mundo capaz de detenerme. Me desplomé en un sillón del estudio tratando de mentalizarme en lo que iba a hacer al día siguiente y puse el despertador para dormir unas tres horas.
Pero cuando instantes después el reloj sonó parecía que había dormido 5 minutos. Me paré, me hice un té y salí. El té lo tomé en unos minutos, ¡pero tardé como 20 en hacerlo! Es que el cerebro no me funcionaba, iba de un lado para otro sin saber qué buscaba... Por suerte al salir a la calle el aire frío me pegó en la cara y me despertó. Resultó ser una montaña un tanto turística, nada del otro mundo me sucedió, pero fueron incomparables las vistas de Tokyo y de Fuji-san desde allá arriba. Eso sí, cuando llegué a la punta, después de años me pegó la resaca. Quedé tirado al sol roncando entre los ponjas que comían sus viandas. Al bajar tomé por otro camino menos transitado y pasé por unos lugares con nieve. (Dicho sea de paso, sigo manteniendo la esperanza de que nieve antes de que me vaya porque, aunque no lo crean, sólo ví nevar una vez en mi vida).
Hace ya algunas semanas que fui a visitar Odaiba, que vendría a ser el Puerto Madero de Tokyo. Está situada en el barrio de Minato-ku, que para que se den una idea, sólo ese barrio de Tokyo genera la misma cantidad de dinero que toda la Argentina... (Va otro dato estadístico quizás demasiado abstracto, pero sorprendente: la tierra de Tokyo, en total, tiene el mismo valor que toda la tierra de Brasil, el país más grande de América del Sur... Digamos que se podría cambiar Brasil por Tokyo hablando en términos del valor de su territorio...) Ya para llegar viajé en un tren súper moderno que iba a la altura del quinto piso de los edificios y cruzó el río con unas vistas muy panorámicas. Por suerte llevé trípode porque las luces estaban para fotos nocturnas, y además, mientras estaba recolgado haciendo tomas, de pronto y para mi sorpresa explotó un show de agua y luces de una calidad que nunca antes había visto. Resultó ser una playa frente a Tokyo en la cual llegué a una interesante conclusión. El lugar era bien oscuro, había caminos junto a la arena entre los árboles con muy poca luz, muchas parejas hasta ahí se acercaban a hacerse mimos. Me imaginé que un lugar así en Buenos Aires era ideal para el choreo, y que nadie en su sano juicio llevaría a su novia. Pero entonces caí en la cuenta de que los ponjas "se portan bien", esa sea quizás la principal diferencia con nuestra sociedad. Nadie se mete con nadie, cada uno en la suya sin ocurrírsele joder al de al lado. Eso, sumado a la sorprendente tecnología que han alcanzado, y a que su sistema funciona, nos podría llevar a pensar que (encima después de perder una guerra donde los cagaron a cascotazos y quedaron en ruinas) han descubierto y logrado formar una sociedad ideal. Pero ningún lugar en este mundo está exento de contradicciones, porque a pesar de lo maravilloso que vivir en una sociedad así nos pueda parecer, son los tipos más infelices de la tierra (llevar la más alta tasa de suicidios del mundo ya lo demuestra). Son tan introvertidos que constantemente evitan tocarse y mirarse a los ojos. Dos amigos para encontrarse, deben acordarlo con semanas de anticipación, no existe levantar el tubo para llamar a un gomía y salir a tomar una cerveza. Y algo que no puedo terminar de creer es que en los matrimonios, después de tener hijos, inmediatamente dejan de tener sexo. Eso pasa en muchos matrimonios del mundo, pero acá parece que es algo generalizado... Viendo esta sociedad que desde afuera parece perfecta pero desde adentro no lo es, me pregunto: ¿Dónde estará la solución a los tremendos quilombos de la raza humana? ¿Algún día los alcanzaremos?
No puedo escribir un capítulo en el que no haya una anécdota en la que dé la nota. Tengo un alumno, Michel, un francés de unos 50 y pico de pirulos muy personaje, que tiene una moto gigante. El otro día le dije (en inglés, obvio):
"Che Michel, antes de que me vaya traete un casco de más y llevame a dar unas vueltas en tu moto".
"Bueno", contesta, "el viernes vamos a bailar salsa".
El viernes después de la milonga bajamos, me pongo el casco, unos guantes de cuero que me trajo y me acerco a su máquina. Era enorme (950cc), y yo que siempre evité subirme a motos para cuidarme las piernas no sabía cómo subirme tan alta que era. Paso la pata por arriba pero del otro lado no me había acomodado el pedal, así que reculo y piso el pedal de mi lado. En el mismo instante en que puse mi peso sobre ese pedal ¡nos fuimos a la mierda Michel, la moto y yo! Quedamos en el piso atrapados y nos costó bastante levantarla de lo pesada que era. Yo me moría de vergüenza, pero lo peor fue cuando nos subimos y la volvió a poner en marcha... "Cla cla cla" hacía. ¡No le entraba la primera! ¡¡Le rompí la moto!! Igual fuimos a bailar salsa, salimos en segunda, y cuando aceleraba yo sentía que me volaba... ¡Qué amargura che, qué ganso que soy! Dice que no le salió muy caro...
Cambiando de tema, de a poco me fui enterando cómo es una conversación formal común entre dos japoneses. Es tanto el respeto que se tienen que literalmente se van al carajo. Para elevar la posición del otro, suelen rebajarse a sí mismos y a su familia hasta el punto de humillarse. Se refieren a su mujer como "Gusai" (esposa boluda), o a sus hijos como "Gusoku" (hijo tonto) o "Tonji" (hijo de puercos). Entonces usando estas palabras u otras que no llegué a conocer rebajan continuamente a su propia familia para elevar la del otro. Qué raros que son che...
Sección Cosas que me Llaman la Atención:
1- Los camiones de basura son chiquitos, y durante la noche pasan a cada rato sin interrumpir el tráfico. El mismo chofer que lo maneja es el que para y baja a levantar las bolsas.
2- En las horas pico de los subtes, hay un vagón rosa exclusivo para mujeres. Es que parece que entre los ponjas, más allá de lo formales y respetuosos que son, hay un alto nivel de pajeros que con el subte lleno aprovechan para meter mano y apoyar a las mujeres. Por eso tuvieron que tomar esa medida, que realmente me sorprende porque no me los imagino. Grande fue mi incomodidad cuando cierto día y sin saberlo, subí a un vagón rosa. A pesar de lo distraído que iba escuchando mis lecciones de japonés, enseguida me empecé a sentir incómodo. ¡Claro, todas las minas del vagón me miraban con una cara de orto bárbaro! A la siguiente estación me tuve que cambiar de vagón...
3- ¡¡¡¡Para decir antes usan la misma palabra que para decir adelanteeeee!!!! ¿Cómo puede ser eso posible? Resulta rarísimo para nuestra mentalidad, que para decir antes señalamos para atrás... Pero acá es al revés, para decir antes es como que se sitúan mentalmente en ese momento y señalan para adelante...
4- En los negocios abiertos 24 hs que venden de todo, dentro de la oferta de comidas que venden se pueden encontrar huevos duros envasados por unidad. Muy grande fue mi sorpresa cuando compré un huevito y al pelarlo y probarlo ¡¡¡estaba saladoooooo!!! ¿¿¿Cómo hacen??? Esto ponja...
5- Ya son varios los ponjas que me preguntaron si me hago la permanente... sin palabras...
Diccionario de Americanismos:
Pileta: Puru (pool)
Baño: Toire
Disneylandia: Dizunii Lando
Inglaterra: Iguirisu
Francia: Furansu
Fútbol: Sakaa (Soccer) ¡¡Paráááááá!!
Va un fuerte abrazo y hasta muy pronto...
Hernán

Traducciones del lunfardo:
Se mamaban: se emborrachaban
Sacado: entusiasmado
Choreo: robo
Ponjas: japoneses
Cagaron a cascotazos: les tiraron muchas piedras procedentes de restos de materiales de construcción
Tipos: hombres
Tubo: teléfono
Gomía: amigo
Birra: cerveza
Dé la nota: sobresalga con algo
Y pico: y algo
Pirulos: años
Ganso: estúpido
Boluda: idiota
Pajeros: ligeramente pervertidos en su trato a las mujeres
Cara de orto: de mal humor

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